miércoles, 16 de abril de 2014

Escapa, medita y vuelve

Una gota de sudor resbala desde su sien hasta el cuello, para perderse dentro de la camiseta. Jadea intentando llevar un ritmo normal de entrada y salida de aire en sus pulmones. Los labios entreabiertos y ligeramente agrietados. Unas marcadas ojeras denotan el cansancio acumulado. Se dobla sobre la cintura y se apoya en las rodillas. La extenuación está invadiendo su cuerpo pero no va a dejar que la colonice. Incorporándose, respira profundamente y se llena de energía. Emprende de nuevo la carrera durante quince minutos más hasta llegar a casa. Se para delante de la puerta para buscar las llaves y poder abrir. Según entra, las suelta en el mueble del recibidor y se va directa a la ducha. Deja las mallas, la camiseta y el top en el cesto de la ropa sucia y las deportivas tiradas en el suelo. Se quita la coleta y mientras lanza la goma sin mirar donde cae va abriendo el grifo. Se mete debajo sin esperar a que el agua salga caliente y cierra los ojos. Siente como le salpica en el rostro y como después cae por su pecho hasta el resto del cuerpo. Conforme pasan los segundos y va volviéndose más tibia se aparta y coge el champú. Cuando ya tiene una nube de espuma blanca en la cabeza y en las manos se vuelve a meter bajo el chorro para aclararse. Después se enjabona el cuerpo y se lo enjuaga para acto seguido quedarse pensando mientras el agua le corre cálida por la espalda. Tras unos minutos despierta del trance, cierra el grifo y sale envolviéndose en una toalla. Usa otra para empezar a secarse el cabello. Al terminar se desenreda los tirones que tiene en el pelo y sin mas ceremonia se pone un culote y una camiseta ancha que le tapa la mitad de muslo y le deja un hombro al descubierto. Abandona el baño y se dirige al dormitorio. Allí la espera la razón de su temprana escapada a correr. Debajo de la manta y las sábanas se distingue la silueta de quien solo se ven unos rizos rubios sobre la almohada. Se inclina para darle un beso en la frente y después se va hasta el balcón. Con un suspiro contempla el cielo despejado y la ciudad silenciosa. Sabe que se va a meter en problemas pero ya está hecho. Suspirando de nuevo se retira de la barandilla para ir a preparar el desayuno. Su visita querrá café al despertar y ella también necesita uno.

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